Ayer el Barça recibió en su casa a un combativo Alavés que en la primera parte se comió al conjunto blaugrana, fallando ocasiones que les habrían dejado con un brillante 0-3 o 0-4 contra todo un Barcelona. Sin embargo, como se suele decir en el fútbol, quien perdona la paga y, tras marcharse con un escueto 0-1, el club vasco dejó vivo a los blaugranas, que terminaron por reaccionar y remontar hasta el 2-1, siendo el 2º gol de penalti, ambos goles firmados por Lewandoski, quien vivía una semana llena de críticas y que a todas luces empezaba a dilucidarse la campaña contra el delantero.
Aún así, con la remontada y la felicidad que debe provocar tal partido para un Barça que, de nuevo, fue infinitamente inferior a su rival, se vieron algunos detalles que denotan el mal ambiente que existe dentro del vestuario, el cual está dividido entre los jugadores de la casa y los veteranos fichados que no terminan de entender la filosofía de la entidad catalana, sobre todo viniendo de clubes ganadores como Bayern de Múnich o Manchester City.
Lamine Yamal se encontró con la negativa de Lewandoski
Minuto 71, el Barça busca en los últimos compases del encuentro un gol que termine por certificar la victoria. En una jugada individual de Yamal, Lewandoski espera en el segundo palo prácticamente solo para rematar y conseguir ese gol que, más tarde, conseguiría con el mencionado penalti. Lamine no termina de dar un buen centro y el delantero polaco se lo recrimina con una bronca de aúpa captada por Movistar +, de esas que los veteranos sueltan a los más jóvenes para dar ese toque de atención.
Sin embargo lo más grave vino tras la bronca, Lamine Yamal se acerca extendiéndole el brazo a modo de disculpa y el ariete polaco le niega el saludo. Un gesto que no es nuevo en Lewandoski, ya que como vimos contra la Real Sociedad, Robert le negó el saludo a su propio entrenador, haciéndose el “orejas” mientras todos los jugadores pasaban y, como es natural, extendían la mano a su míster. Un gesto simple pero que, unido a las palabras de Gündogan o la repetitividad de estos gestos del veterano delantero, denotan el mal ambiente que existe en el vestuario azulgrana.