
Que sí, que es un gran jugador, que lo peta, que es de los mejores del mundo, que el Madrid no puede decir que no, bla, bla, bla…¡respetaos, coño!
El lamentable espectáculo que tuvimos que presenciar ayer de madridistas pegados al móvil a las 6 de la tarde a ver cuál era la chorrada con la que les absorbía el cerebro una vez más, fue tristísimo.
Se nos llena la boca de que el escudo está por encima de todo, pero ahhh, si Mbappé habla, entonces nos olvidamos del escudo, del estadio y hasta de la madre nos parió.
Yo no tengo ni puñetera idea de qué es lo que va a hacer ni este chaval, ni los jeques ni el padre que los bautizó, pero lo que sí sé es que cuando un jugador ha querido jugar en el Real Madrid, ha jugado y se ha dejado de mierdas y tonterías.
Ayer estábamos presentando a un chaval que le ha hecho una peineta como una plaza de toros a la Premier, al dinero a Guardiola, ¡e incluso a Haaland!
Un tío hecho y derecho, con la cabeza en su sitio y una familia ordenada que tenía claro que el blanco madridista era lo único que anhelaba. ¿Y cuál fue su premio? legiones de madridistas esperando a que llegaran las 6 para que hablara Mbappé.
El mismo tipo que nos ha tenido bailando 4 años, vuelve para la secuela de “el retorno”.
¡Venga, coño! ¡Que te vayas!
Pero ojo que lo entiendo. Estaba perdiendo foco y, un año más, ha decidido ser la estrellita de los medios, no por lo que hace dentro, sino fuera de la cancha, con una familia completamente desorganizada, capitaneada por una madre que, en lugar de mantenerse en un discreto segundo plano, ahora se abre una agencia de representación que la rueda del “clin, clin” no deje de funcionar.
Lo estoy escribiendo y me está resultando hasta estomagante imaginarlo. ¡Qué asco de espectáculo!
Y qué decir de vosotros, piperos pestilentes. Sois los fan-boys más vergonzosos de la historia. Animáis a vuestra diva como cheerleaders en celo, y pisáis y mancháis el escudo que decís amar solo con vuestra actitud veleta. Mercadeais vuestro orgullo por una buena ración de amarillismo.
No sé qué me da mas asco.
Espero, por el bien del equipo, que Mbappé juegue algún día en el Real Madrid, pero que de esta pluma no espere nada. Al menos, nada más allá de nuestro escudo, que para mí si está en lo más alto.