Sé que no son muchos los afortunados fans del Real Madrid a lo largo y ancho del globo que tienen el privilegio de vivir cerca de nuestro sagrado templo, y por tanto, de disfrutar de la experiencia madridista de cerca.
Reconozco que ayer tuve una enorme suerte de transformar esa cercanía en realidad a través de un tour que a diferencia del del Bernabéu, no está abierto a todos los públicos: el de Valdebebas, la ciudad deportiva donde se gesta la magia.
Como parte de mi MBA en la Escuela Universitaria Real Madrid, era una visita programada, y a pesar de que el programa establecía un guía de lujo como Emilio Butragueño, también estábamos al corriente de que, debido a los compromisos profesionales, él podría no estar. Pero no fue así.
Estuvo, físicamente y a la altura de las circunstancias. Creo que, a día de hoy, no hay nadie en la faz de la tierra que mejor pueda representar el cargo de relaciones institucionales como Butragueño.
Al momento de aparecer, reviví mis primeros recuerdos como madridista. Era él, el mismo al que veía correr en la televisión allá por los años 80.
Pero nostalgias aparte, ayer había mucho que vivir en el corazón de Valdebebas. No obstante es una de las ciudades deportivas con mejor consideración en el mundo del deporte debido a su construcción orientada a la comodidad del futbolista.
Lo primero que llama la atención es que su diseño forjado en una colina, y la implantación de los más pequeños en el comienzo de la misma, tiene el propósito simbólico de hacerles entender que si trabajan duro, algún día podrían llegar a la cima.
Muy bonito, sí, pero esto es el Real Madrid, y los unicornios no existen. El propio Emilio ya nos dejaba claro frente a un mural poblado de fotos de los más pequeños, que la gran mayoría, no lo conseguirá.
El Real Madrid es un club de excelencia, y por tanto, solo unos pocos elegidos llegarán algún día al primer equipo. Y eso lo saben desde el primer día.

De hecho, esto es tan así, que llegar al Castilla, ya nos dijo Butragueño, es como alcanzar una cima.
Lo que por el contrario sí que garantizó, es que desde el primer día a los más pequeños se les inculca unos sólidos valores de compromiso y ética del trabajo que son los que, en definitiva, han convertido la marca en universal.
El Real Madrid no paga en dinero, paga en gloria, y eso lo saben la gran mayoría de equipos españoles que luego acuden a la cantera madridista a nutrirse de chavales que, aunque no han tocado la cima, tienen unos estándares de trabajo y profesionalidad muy por encima de la media.
El edificio principal de la cantera (no pudimos acceder al del primer equipo) tiene de todo: gimnasio, cafetería, médicos, residencia,…y poco a poco fuimos recorriendo las instalaciones hasta que llegamos al campo de entrenamiento del primer equipo.
Allí ya estaba todo preparado para que los jugadores de Ancelotti aparecieran en previa de Champions, para desplegar sus habilidades en la alfombra verde. Una auténtica pasada.
Durante el transcurso del recorrido no sé qué diría que me gustó más, si las instalaciones o las anécdotas del buitre, que no tuvo problema en comentar algo de la actualidad del equipo, como el buen momento de Nico Paz, o el jugador que también está realizando el MBA en la versión de inglés.
Así fue, tras 40 minutos, como volvimos al inicio y finalizamos el tour. Algo que queda un tanto aguado por el hecho de que no en todos lugares, por motivos obvios, se puede grabar o tomar fotos.
Así que aquí dejo testimonio gráfico de lo que fue, para que todo aquel que nos vea desde lejos, se pueda hacer una idea de la grandeza de este club.