Ayer el Barça consiguió una nueva y sufrida victoria frente al Deportivo Alavés en el estadio de Montjuic en otro duelo donde los culés volvieron a ser significativamente inferiores a su rival y donde solo la mala puntería y la preocupante falta de calidad de la que adolece la Liga española salvaron a un Barça que ya ve como contra Sevilla, Real Sociedad y Alavés, debieron recibir sendas derrotas que terminaron siendo victorias por la mínima. Tras otro dantesco partido Xavi sale con una nueva e increíble excusa para justificarse.
Esta vez la culpa no es ni del césped, ni del sol o de la intensidad del rival, viejas confiables del técnico catalán, esta vez la culpa la hereda la prensa catalana, la cual, según Xavi, critica demasiado a sus jugadores, poniéndoles nerviosos y evitando que jueguen tan tranquilos cómo antes y, por ello, saquen su mejor nivel. Una nueva cabeza de turco para que el entrenador culé salga libre de toda culpa, señalando a esa prensa que, a todas luces, todos sabemos que escriben al dictado de Laporta y sus filtraciones.
Cuando crees que Xavi no puede superarse, siempre sorprende. Increíble

Y es que Xavi tiene una capacidad imaginativa única para crear excusas, una habilidad innata que le permite salir al paso, sin sonrojarse, culpando a cualquier elemento externo del mal nivel que muestra su equipo, el cual se cargó a entrenadores como Koeman o Valverde con un nivel realmente superior al del catalán, quien se muestra como intocable ante la gran historia que protagonizó como jugador y esa estela de ser el heredero de Guardiola que lleva detrás que, de momento, no se acerca ni por asomo.
El Barça muestra un juego errático, lento y previsible, olvidándose del tikitaka por completo y mentalmente débil, siendo un equipo que a la mínima que algo sale mal es incapaz de solventar, ganando partidos por la mínima con un gol en propia de Ramos contra el Sevilla o de penalti contra el Alavés, siendo el partido contra la Real la única remontada que lleva en estos últimos partidos que viene de un gol de jugada que, ni por asomo, demostró una gran capacidad de reacción de los culés, que vivieron a expensas de una Real Sociedad que pudo golear a los catalanes con un mínimo de acierto.