El Fútbol Club Barcelona está volviendo a protagonizar un verano realmente esperpéntico donde han atacado el mercado para hacerse con los servicios de Íñigo Martínez, el cual ha llegado lesionado, y el de Iklay Gündogan, un refuerzo de lujo que llega como agente libre a la ciudad condal, con un contrato que se espera sea como el de Lewandoski, es decir, con un salario que irá aumentando progresivamente, aunque desde Barcelona nos vendan estas incorporaciones como de perfil bajo o salarios mínimos.
La actualidad del Barça está siendo totalmente surrealista, donde a 3 días de empezar la liga siguen sin inscribir a la mayor parte de su plantilla, teniendo solamente 13 jugadores inscritos, de los cuales 2 de ellos están en la rampa de salida como son Kessié y Dembélé, quedando un plantel de 11 jugadores para enfrentar la Liga mientras ven como la última palanca que tenían pensada se cae al no contar con el apoyo del fondo alemán que podía solventar todas las papeletas de los culés.
Pero no solo eso, sino que mientras se ven con serios problemas para inscribir jugadores, pudiendo llegar al ridículo punto de que su fichaje estrella se marche libre al no poder entrar en la plantilla, están pensando en el fichaje de Neymar, un jugador de 31 años que vendría con un alto salario y que supondría un desembolso importante para conseguir su salida del conjunto parisino, el cual desea deshacerse del brasileño pero tampoco regalarlo.
El Barça hipoteca su futuro

Aún con todo, el Barcelona tiene una relativa suerte, La Masía sigue sacando jóvenes talentos que están sembrando las semillas de un futuro prometedor para el club catalán, tras la irrupción de Gavi y con un Ansu Fati que se recupera de su lesión, ha aparecido Balde como un grandísimo lateral izquierdo que recogerá el testigo de Jordi Alba, mientras que Lamine Yamal empieza a demostrar que es un talento a tener en cuenta, demostrando una calidad de clase mundial.
Un camino que siempre he señalado como el correcto si el Barça quiere sacar la cabeza del fango, apostar por juventud y no gastar su dinero en veteranos de éxito inmediato, sino apostar por un medio-largo plazo donde, tras años de supuesta sequiía, llegaría una generación que levantaría un Barcelona que podría haber usado ese dinero que han gastado actualmente en pagar sus deudas y sanear sus cuentas.
Sin embargo el club catalán se hipoteca por la urgencia de demostrar que siguen siendo competitivos. Con fichajes de veteranos de renombre, el club catalán busca competir con el Real Madrid, el cual sabe que podrán ganarles una Liga o una Supercopa ahora pero que, a largo plazo, no tendrán nada que hacer contra los blancos. El club catalán hipoteca su futuro, mirando a Neymar mientras Xavi coloca públicamente a Ansu en el mercado y deja a Lamine sin un contrato top, lo que podría atraes a clubes interesados en robar a la perla blaugrana.
De cabeza a la SAD.

El Barça se aproxima con paso firme a convertirse a una SAD (Sociedad Anónima Deportiva), desapareciendo ese concepto de “club de los socios” y quedando a expensas a que el inversor que maneje al Barcelona haga bien las inversiones para el reflote del equipo catalán, pero lo cierto es que Laporta está trabajando para no ser el presidente que quede en la historia del club catalán como el presidente que les llevó a la SAD.
Tal y como ha conseguido con el tema Messi, el cual salió por el no acuerdo al que llegó Laporta pero la imagen que quedó es que ha sido culpa de Bartomeu, está buscando sobrevivir a como de lugar, hipotecando el club si es necesario, con tal de que cuando llegue el momento de su salida, sea el siguiente presidente quien “se coma el marrón” y quede como el “malo” que lleve al Barcelona a ser la SAD que acabe con la idiosincrasia culé.